jueves, 19 de junio de 2008

The unending gift

Un pintor nos prometió un cuadro. Ahora, en New England, sé que ha muerto. Sentí, como otras veces, la tristeza y la sorpresa de comprender que somos como un sueño. Pensé en el hombre y en el cuadro perdidos.

(Solo los dioses pueden prometer, porque son inmortales)

Pensé en un lugar prefijado que la tela no ocupará. Pensé después: si estuviera ahí, con el tiempo sería esa cosa más, una cosa, una de las vanidades o hábitos de mi casa; ahora es ilimitada, incesante, capaz de cualquier forma y cualquier color y no atada a ninguno. Existe de algún modo. Vivirá y crecerá como una música, y estará conmigo hasta el fin. Gracias, Jorge Larco.

(También los hombres pueden prometer, porque en la promesa hay algo inmortal)

Jorge Luis Borges.



Mi primer lectura de "The unending gift" fue en el último año de secundaria, cuando "D" me prestó una pequeña antología de Borges, entre las que también se encontraban (según ahora recuerdo) un ensayo sobre Whitman, "El enemigo", "El hombre de la esquina rosada", "El reloj de arena", entre otras muchas cosas, de diversos géneros.
Más adelante adquirí (no delataré los dudosos medios y espero que Lado A tampoco lo haga) un libro con la poesía completa del señor Borges. Este pequeño relato me llamó más la atención al leerlo en Elogio de la sombra.
Lo ilimitado, la posibilidad, aparece en otros textos de Borges (siempre me escuchan hablar de su "Things that might have been" y ese verso con que lo remata: "El hijo que no tuve"), pero aquí se introduce la promesa como motivadora de esa posibilidad eterna, que nos da la pauta de ser dioses del pequeño universo de nuestra imaginación y nuestro interior.
El dinamismo de ese imaginario ilimitado le da una nueva perspectiva a ese objeto "no objeto", intangible pero no por eso menos real. La construcción de una realidad a través de esta puerta que se abre con la existencia de una promesa me parece excepcional, alentadora.
En esa nueva realidad, también aparece la idea de lo inmortal, gran tema en la obra de Borges. Lo inmortal como propiedad de lo divino y luego como propiedad de la promesa y de nuevo el recordar que esta abre una puerta hacia un sinfín de posibilidades.
La posibilidad, lo que pudo haber sido y quizás no fue, siempre me fascinó, me ocupó horas de divagaciones, me llevó incluso a crear la teoría de los personajes, de que somos algo aparte de lo conocido, mientras estamos insertos en una realidad producto de nuestra imaginación o de situaciones que se generan en nuestras relaciones con determinadas personas.
Somos, pero también podemos ser. Y ese futuro ilimitado, inmortal, inabarcable, se vuelve cada día hacia nosotros y nos interpela, nos pide auxilio para no dejar de existir.
Convive con nuestro sueño y nuestra vigilia, porque no se sabe bien a qué mundo pertenece, es casi onmipresente, pero visible a unos ojos predestinados a aceptar el misterio de las cosas que pueden ser

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tenía un texto poco elaborado, medio hecho a las apuradas para subir, que quizá, visto de cierta manera tiene algo que ver con esto que explicás acá, pero parece que quedara tan chico a tu simple manera de escribir que me da miedo postear aún la primera letra..
sin mucho más..suelo jugar conmigo misma a llamar a todo esto el mundo real, como en el libro de berocay que sabés leí unas cuantas veces..y por otra parte está toda esa realidad que no existe, producto de mi imaginación bastante estúpida e ingenua y también algo niña..
finisco..quedan pendientes esos jazzes entonces, aunque no sea el jueves, por lo menos el sábado..
te quiero, sis

ah, el secreto del libro de borges se guarda bajo llave, ladrona (:

Jorgelina Mandarina dijo...

Uffffffff, Borges tiene la hermosa capacidad de retorcerme! Me deja pensando tanto, y eso que no he leido tanto de el...

Camu! quiero verte escribiendo eh!! que nada malo puede salir de ustedes!!


Muchos besos!